SERIE POESÍA PERFORMANCE: ESCULAPIO Y LA MUJER MEDICINA
Parece una noticia descatalogada de la lógica pero la lógica no siempre pasea de la mano con la realidad conocida y asumida. Un día cualquiera que precisaba con urgencia una dosis de poesía en vena me acerqué al edificio donde la Mujer Medicina aplicaba sus pócimas y ungüentos. Era un inmueble sin artificios, carcomido por el tiempo y la erosión, poco maquillado socialmente. En ese edificio habitaba una tribu de gente armoniosa y feliz que no figura en el guinness. Eran frikis apestados de la comercialidad vital y el marketing pseudo-humanista de moda radical. Espere mi turno y por fin estuve frente a ella, la Mujer Medicina. No recuerdo ni su rostro, ni su atuendo, ni su perfume, pero si recuerdo que quedé hipnotizado de su esencia. Me tomó de la mano y juntos subimos en un ascensor hasta rasgar el cielo de mi armonía y equilibrio íntimo, mientras ella no cesaba de recitar plegarias hechas de sonrisas al tiempo que me susurraba que la vida no es un derecho sino un privilegio que debemos aprovechar sin ansias, sin prisas, pero gota a gota. No sé si vomité mis miedos o desmembré los malabarismos de mi conciencia, pero ese vetusto ascensor me enseñó a viajar de otra forma por mi vida. Me regaló un ancestral broche escultórico de Esculapio. Desconozco su esotérico significado, pero cada vez que quiero trasladarme a mí hogar esencial lo aprieto muy fuerte hasta que me visita la Mujer Medicina.
Publicado el agosto 18, 2014 en Cosecha Propia y etiquetado en La Mujer Medicina, manuel villa-mabela, Serie Poesía Performance. Guarda el enlace permanente. 1 comentario.

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