SERIE POESÍA PERFORMANCE: LA INCINERACIÓN DE MI VIEJO COCHE
Pasamos mucho tiempo juntos vagando por desiertos sociales, carreteras sin rumbo y caminos de placer. Así es la vida. Un día se quedó anclado en una cuesta y la grúa me propuso donarlo a una boutique de chatarrería. No podía pagarle así sus servicios y compañía. Decidí aparcarlo eternamente en un jardín de confianza, un asilo para amigos confeccionados con plástico y chapa, pero no fue la solución perfecta, dado que las alimañas empezaron a desguazarlo sin miramientos. Le arrancaron las ruedas, la antena, el motor, cualquier pieza que palpitara reciclado. Había mucho endemoniado sin sentimientos que disfrutaba desnudándolo. Mi viejo coche me suplicó la caridad de incinerarlo para no padecer más humillaciones en sus carnes mecánicas. Pasé la noche en comisaria por incendiario y tipo, socialmente, peligroso. La policía y los bomberos no entendieron la filosofía de mi fuego liberador.
No quiero dejar de animaros a leer el siguiente texto
Publicado el mayo 11, 2015 en Cosecha Propia y etiquetado en coches usados, Incineración. Guarda el enlace permanente. 4 comentarios.

Díos mío, qué solos se quedan los coches! 🙂
jajaj, eso por querer acercarse a la humanidad. Ala, que aprendan.
Me ha parecido muy entretenido tu relato. A mi coche le sobran años, he de pensar la manera de darle el último adiós.
Saludos.
Una pequeña fiesta, las últimas fotos y luego…tu debes conocer mejor que nadie sus deseos eternos. Saludos