Medio escondido, en tierra de nadie, encontré este rincón de regusto histórico, sabor a patio de enlace y con las plantas precisas para sugerir que también es capaz de llevar a cabo el papel de jardín, jardín interior y recoleto, punto de citas, desván de recuerdos. Me senté en uno de sus bancos de madera y respiré su aroma, su comunicación añeja hasta rendirme a sus encantos olvidados. Un rincón para recordar, un rincón lleno de matices y sombras, un rincón donde pasar un tiempo y leer, siempre leer. Leer y recordar las últimas líneas leídas para cerrar el libro y mirar al cielo seductor que recorta la arquitectura del rincón, para soltar mis líneas al aire como globos hechos de poesía que esperan quedarse entrelazados con otros recuerdos y emociones que ya pululan por esa misma estancia.