EL PLACER DE DESOBEDECER
Da igual de lo que se trate, la cuestión es transgredir la norma, el mandamiento o la sugerencia. Se trata de no hacer caso de las indicaciones y, ahora, si es posible, sacar una instantánea que demuestre tu cata humana y social. Nuestras calles están empapeladas de prohibiciones, unas coherentes, otras, un discurso contra la lógica. Son normas, en general, hechas para parchear nuestra convivencia, pero permisivas. Un ejemplo de esta noche pasada, un ciclista circula por la noche en dirección contraria, sin luces y sin timbre. Una persona le llama la atención, el ciclista para en seco y echa una mirada amenazante. Silencio y silbidos de disimulo. Eso sí, el cartel de no pisar el césped se lleva todas las alteraciones de su mensaje. Y es que en la atmósfera urbana, nada más feliz que pisar la hierba de los jardines.
Publicado el septiembre 21, 2015 en fotografias/viajes y etiquetado en El placer de desobedecer. Guarda el enlace permanente. Deja un comentario.

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