Todos los muebles, piezas decorativas y con argumentación trascendente, tienen su tiempo, su actualidad, antes del olvido y posterior abandono, pero no me gusta encontrarme estas piezas tiradas en la calle. Unas personas atendieron sus necesidades de calor el primer día, más tarde, hablando con un conserje cercano, me manifestó que no son pocos los viandantes que se paran a su lado y parece que intercambian diálogos. Casi una manifestación popular. Hoy ya ha desaparecido de la calle. Me dicen que alguien ha adoptado la pieza para darle cobijo en su hogar. Todo es posible.