Pues es un rincón literario, aunque los vecinos y los paseantes no lo sepan o lo hayan olvidado, por eso descuidan sus esencias urbanas y no educan las perspectivas urbanas. Lo importante es que las líneas escritas por Don Benito perpetúen nuestra memoria y si es posible, después de rendirle cumplida pleitesía, acudir a visitar a Doña Emilia, para tranquilizarla, mientras hablamos en voz alta del singular Galdós. Ambos descansan el sueño eterno en los madriles, aunque separados. Igual sería buena idea, una plataforma popular, para que ambos durmieran en el mismo recinto, en homenaje al amor y las letras. (Fotografías de Tuchy Regueras)