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Pérez Prado y el mambo.
Este chaparrito con cara de foca, como lo llamaba su amigo Beny Moré, nunca fue profeta en su tierra. México lo aceptó en 1948, con sus arreglos a lo Stan Kenton en la maleta, los mismos que habían rechazado en su Cuba natal, por estridentes y diferentes. La gran Ninón Sevilla, espléndida dentro y fuera de la pantalla, lo tuvo viviendo en su casa hasta que el pianista triunfó. El matancero Dámaso no inventó el mambo como algunos suponen, pero sí lo internacionalizó.
Crecí escuchando un disco de 45 rpm, por un lado «Mambo, que rico el mambo« y por el otro «Mambo núm. 5«. Sin embargo la mambomanía me llegó desde pequeño con «Papa loves mambo» cantada por Perry Como, más refinada y lenta. Ver a mi hermana bailándola no tenía comparación. Escucho la grabación a veces y la recuerdo.
El mérito de Dámaso…
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