Me gustan los balcones, ya sean plagados de flores o sembrados de sueños. Este que muestro con estas líneas es un balcón poético. Es una escena de la mar. La mar es coqueta y gusta mostrarse diferente a medida que el tiempo marca las horas. Se viste, según sus ansias y vitalidad, para curiosos, devotos y peregrinos de su esencia. La mar es leyenda que podemos contemplar desde cualquier balcón, basta asomarse un poco más allá de los límites, establecidos o no.

Me gustan los balcones, ya sean plagados de flores o sembrados de sueños. Este que muestro con estas líneas es un balcón poético. Es una escena de la mar. La mar es coqueta y gusta mostrarse diferente a medida que el tiempo marca las horas. Se viste, según sus ansias y vitalidad, para curiosos, devotos y peregrinos de su esencia. La mar es leyenda que podemos contemplar desde cualquier balcón, basta asomarse un poco más allá de los límites, establecidos o no.

Es una pena, pero desde mi balcón no se alcanzan vistas relajantes y poéticas. Eso sí, dado que los amigos son un tesoro, he recibido la escena de un mediterráneo en flor, que recibe uno de ellos cada mañana al despertarse. Quedo agradecido.