Vivimos en una sociedad global con una cocina abierta a toda suerte de gustos y apetencias. Si presumimos de comer hormigas fritas, sushi, patatas fritas caramelizadas con esencia de frambuesa o barbacoa al oxigeno líquido, no hay motivo, para no regalar al estómago un buen plato de «trasero pollo». El anuncio que acompaña estas líneas lo anunciaba como una exquisitez de venta solo por un día y la cola de la pollería no era ninguna tontería. Para los más delicados a la hora de maridar nuevas propuestas en su mesa ofrecemos la fórmula de camuflar el producto con una presentación artificiosa y un amplio surtido de bebidas especializados en erradicar remordimientos culinarios.