POESÍA NOCTURNA EN GANTE
Les presento Gante atravesando la noche entre arquitecturas mágicas, canales de ensueño y la luminosidad recreando laberintos oníricos. Son muchas las ciudades que despiertan cuando la oscuridad se viste de gala. Gante tiene en sus alforjas históricas y presente relajado, pero avasallador, las piezas suficientes para desear visitarla, disfrutarla y reservar su recuerdo en un hueco de nuestra memoria de espectáculos emotivos y urbanos. (Fotografías de Guillermo Legidos)
PALACIO DEL INFANTADO
Dispone Guadalajara de no pocas joyas, muchas de ellas, desconocidas o ignoradas, pero bien merece una visita esta ciudad para encontrarse con piezas sobresalientes, tal es el caso del Palacio del Infantado. Es un palacio del gótico isabelino con elementos renacentistas. Su arquitectura pertenece a Juan Guas y fue levantado a finales del siglo XV. Su estampa e historia merece valorarse en todo lo que vale, que no es, precisamente, poco.
MODAS URBANAS
Tal vez, nunca ha sido una moda, posiblemente, no pasa de ser una tradición incívica que se ha hecho tan popular que todo el mundo quiere consumirla y subir su materialización a las redes. Siempre han habido negacionistas de las buenas maneras. El recato y las buenas costumbres no cotizan en los mercados de los valores de la convivencia, no venden. De todas maneras ahí siguen, en estado de vigilancia, algunas amables advertencias, que nos invitan a domesticar próstatas y salir airosos de las urgencias inmediatas. Sería bueno estudiar la idea de sembrar las ciudades de contenedores para líquidos sin catalogar.
ADIÓS, MERCERÍAS, ADIÓS
Protagonistas de otro tiempo, elementos-personajes urbanos con apariciones en las letras de la música tradicional y ocupación muy loable para festejar conductas intachables, pero los viejos establecimientos no aguantan del todo el tirón de las moda. Paraísos de arreglos y parches, hilos y madejas, antaño escaparates de nuestra sociedad, van desapareciendo con los cambios de ciclo. Cierto que algunas se han reenganchado y explotan su poesía, pero su público más adepto sufre su misma enfermedad: el martillo del tiempo y las nuevas costumbres. (Fotografía de Tuchy Regueras)