¡24 horas sin inglés!
Manuel Villa-Mabela
Me gusta Londres. Si alguien contradice mi afirmación… miente. No digo que me vuelva loco. No he dicho eso. Si Londres no me gustara no tendría problema en manifestarlo. Londres y yo no nos debemos nada. Bueno, Londres sí me debe alguna que otra pequeña cosa, algunos detalles de paz y serenidad, cuatro momentos de seguridad personal. Y muchas sonrisas. ¿Tan difícil es sonreír en anglosajón? Si existe alguna tara genética que les impida poner buena cara no hay nada más que decirlo y asunto terminado.
Soy persona muy mirada con las discapacidades humanas, sociales y patrióticas.
La verdad es que me enferma mucho la moral, no en exceso, sí lo suficiente, la desidia británica para farfullar cualquier lengua aunque sea por signos. Tal vez la responsabilidad de esta falta de conocimientos idiomáticos estribe en las autoridades anglosajonas en general. ¿Han formulado todos ellos alguna promesa de ignorancia…
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Publicado el marzo 20, 2014 en Textos Propios y etiquetado en filosofia, Humor, relato. Guarda el enlace permanente. 1 comentario.

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