AMOR A DESTIEMPO
Parece ser que la muchacha nunca saboreó los auténticos favores del amor. Estaba de verdad muy malita de desamor.
Si, se enamoró tres o cuatro veces, como casi todo el mundo, pero no acertó nunca con las ranas que se cosían a sus excelencias amatorias. Ninguna de ellas gozaba de genética principesca en ninguna generación anterior. Decepción tras decepción decidió no volverse a entregar a hombre ninguno bajo ningún pretexto (conocer gente, ensayo-error, es igualito que mi padre pero en versión física exitosa, etc) hasta estar segura de estar enamorada hasta las trancas y para eso nada mejor que buscar el flechazo por las esquinas. Es cansino pero te ahorras un dineral en gimnasios de mantenimiento. Pateó calles, acudió a fiestas, subió a los palacios y bajo a las cloacas, viajó, puso anuncios, se apuntó a todos los grupos de “busca parejas” que no han quebrado y así años y años sin encontrar su verdadero amor, ese a quien regalaría toda su ternura, caricias y toneladas de hormonas cabreadas yen huelga general por no prestar servicio a su destino. El tiempo pasa y nuestra potencialmente enamorada del amor se puso enferma de desamor sin encontrar las medicinas adecuadas para mejorar su estado. Estaba muy malita, tanto que empezó a dormir en un ataúd sacado de un curioso cuento de hadas gótico. Y justo antes de cerrar sus ojos a la vida sufrió un hondo estremecimiento y su estómago se llenó de mariposas. Contempló cómo se le acercaba lleno de candor y amor un apuesto sacerdote con la intención de administrarle la extremaunción. Se miraron perplejos y nació entre ellos una súbita emoción. Una pena de historia porque la muchacha se murió. Estaba de verdad muy malita de desamor.
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Publicado el junio 2, 2014 en Textos Propios y etiquetado en lecturas literarias, libros, literatura, manuel villa-mabela, tuchy regueras. Guarda el enlace permanente. 4 comentarios.
La pobre, murió con la miel en los labios. Supongo que el pastor sería protestante, si hubiera sido católico la historia sería aún más complicada. (hoy el filósofo venenoso soy yo) 🙂
Un abrazo, Manolito. Delicioso post!
Vamos a dejarlo con su incógnita por aquello del morbo y los mal pensantes. Gracias. Abrazotes
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