El otro día me acerqué al Matadero de Madrid para presenciar en riguroso directo una feria de Botánica Insólita que se celebraba durante todo el fin de semana. Bien, interesante. Me gusta que se fomenten estos encuentros, son entretenidos, suelen aportarte algún conocimiento nuevo y durante un buen rato olvidas el móvil y toda su parafernalia, que no es poco. Y descubrí un singular huerto medida playmobil. La duda es si son huertos para regalar a los niños y fomentarles el interés ecológico; son experimentaciones con la industria del juguete o tal vez, algún ingeniero financiero de la nueva ola, ha descubierto que los muñecos acabarán manejando dinero y, por tanto, son potenciales clientes. El huerto es mono, monísimo y los chicos playmobil van todos ataviados para la ocasión. Tengo que enterarme bien de qué va el asunto para reflexionar surco a surco.