LIMOSNERO POÉTICO
Nada como acudir a nuestro limosnero de confianza. Echar unas monedas a un limosnero desconocido no nos aporta el mismo bienestar, la misma paz, somos seres más tradicionales y racistas de lo que pensamos. Pasa lo mismo con los «pobres de pedir» de nuestro entorno. Casi siempre se lleva la calderilla el de siempre. Tengo uno en una esquina que me bendice cada vez que colaboro en su economía. Nos llevamos bien aunque no nos tengamos demasiada confianza de trato. Este limosnero tiene su aquel y su porqué, pero eso es ya otra historia.
Publicado el octubre 2, 2017 en Artículos Propios y etiquetado en Limosna, Limosnero poético, Pobres de pedir. Guarda el enlace permanente. 3 comentarios.
Tu limosnero es un ángel… Bueno, ya entiendo por qué te gusta.
Si, es adorable y además nos acerca al cielo, como lo hacen también algunas personas. Cuidate. Abrazotes
Abrazotes, mi querido Manuel.