BUSCAR TAXI EL DÍA DEL FIN DEL MUNDO
¿Hago bien en asegurarme un taxi cada mañana? Mi exorcista de cabecera sonríe y se sirve otro ron añejo. Ese hombre sabe mucho más de lo que parece. Cada día llamo a una asociación de taxis de confianza para reservar un vehículo que venga a recogerme justo a las siete y media de la mañana. Mi astrólogo me ha confirmado que el fin del mundo anda ya a la vuelta de la esquina y todas las precauciones que tome son pocas. Tengo ciertos problemas de movilidad y presiento que cuando se abran las puertas del cielo y del infierno tendremos confusión general, carreras arriba y abajo, sabotajes callejeros, aberraciones en el «gps», atropellos, mercadillos de ofertas de bulas por fin de temporada y otros desbarajustes típicos por el cierre y liquidación del negocio vital. Yo tengo que fichar en mi oficina de patentes y marcas a las ocho en punto. Mi carácter y lealtad me impiden trasgredir mis obligaciones personales y profesionales. Por eso, todos los días, tengo contratado un taxi, para que venga a recogerme a casa. Y en el señalado día de la bancarrota de la vida, una vez haya pasado por mi oficina de patentes y marcas, seguir viaje hasta las puerta dimensional que me corresponda. Si no me engaño, tiene que ser rematadamente difícil encontrar un taxi libre el día del fin del mundo.
Publicado el octubre 11, 2019 en Textos Propios y etiquetado en filosófica, lecturas literarias, literatura, microrrelatos, relato breve. Guarda el enlace permanente. 2 comentarios.
¡Qué bueno! Me has hecho reír a pesar de las cabezadas que estoy dando. Si es difícil ahora, figurate ese día. 👏👏👏👏 Buenas noches
Conociendo como somos las personas, ese día igual deciden ponerse de huelga. Abrazotes