Pasear, pensar, reflexionar, hay que llenar el depósito de los sueños para volver a sembrar y cuidar los espacios vitales que nos rodean. Hablamos de un auténtico barbecho anímico. Hay que dejar que todo se temple y descanse, para retomar el sendero más propicio o el menos inconveniente, para seguir trenzando pasos hacia horizontes constructivos. Nada mejor que internarse entre la naturaleza, atravesando caminos que no saben nada de las leyendas del tiempo, ni tampoco, del eco de las circunstancias. Son escenas que nos acompañan y viven en presente continuo la resaca de la serenidad.
oasis en jungla asfalto
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