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CURSO DE PALMADITAS EN LA ESPALDA PARA GALENOS DESUBICADOS
Increíble pero cierto. Esta mañana me he encontrado con tres anécdotas médico-singulares. Sobra decir que no es general, pero existen. La primera: caballero del círculo familiar oficioso que se somete a una operación complicada de corazón. Sugerencia de su cirujano, «no olvide pasar por la notaría y dejar todo arreglado por si las cosas se tuercen». La segunda: señora mayor, entrañable y humanista, padece un problema de espalda por desplazamiento vertebra. Diagnóstico médico, «a su edad no puede esperar milagros». Y la tercera: mujer joven, gladiadora en los ruedos de la seguridad social, que no disfruta en sus desplazamientos de un equilibrio formal. Nota en el informe de la señora doctora, «vino haciendo eses, igual estaba bebida». Es decir, es urgente, que estos galenos se sometan a una terapia de humanismo radical y superen un curso de amabilidad y palmaditas en la espalda. Las sonrisas y las buenas maneras, igual no curan del todo, pero son golosinas para el buen vivir.