EL MIEDO DEL ASCENSOR

PREGUNTA EN EL ASCENSOR (IV)

El ascensor necesitaba un confesor, un psiquiatra o un exhorcista, pero rápido, porque sufre vértigo vital.

Escuché un siseo y sujeté las puertas del ascensor. A trompicones se metió en la cabina una señora armada con un carrito de niño que me empujó y aprisionó contra uno de los ángulos del elevador. La señora se echó mano al refajo, me temí lo peor, pero solo sacó un biberón cargado. Yo creí que iba a atracarme sin compasión pero me equivoqué, solo quería alimentar al bebé que no dejaba de berrear. Le coloqué al nene unos auriculares con música clásica pero no sirvió de nada. Añadí a su biberón una pizca de chocolate en polvo que siempre llevo para urgencias de auto-ansiedad, pero tampoco resultó efectivo el invento. El muchachete, futuro parado, no cesaba de llorar y amargarme mí viaje al ático. Tal vez estaba secuestrado y quería llamar mi atención, posiblemente, era un niño extranjero que no conocía nuestra tradición de mantener silencio cuando se sube en un ascensor con personas desconocidas. Solo hay que hablar del tiempo.

La señora se dispuso a cambiarlo de pañales. El ascensor subía lentamente a través de las plantas, muy lentamente, bien podría decirse que a cámara lenta, regodeándose en su destino final. Me alarmé de su letanía de ascenso y temí que no solo sería testigo del cambio de la vestimenta del llorón endemoniado sino que debería colaborar en el proceso de su tuneado higiénico. La señora, sin apenas mirarme, me aclaró que el ascensor tenía miedo de subir tan alto porque sufre vértigo vital y teme que en una de estas los ángeles mecánicos que habitan el ático le desenchufen de la vida. Por eso tarda tanto en su recorrido, porque no quiere dejar su vida de transeunte mecánico y englosar la chatarra de su eternidad.

ASCENSOR (1)                                                                       (Fotografía de Tuchy Regueras)

Publicado el diciembre 13, 2013 en Textos Propios y etiquetado en , , , , , . Guarda el enlace permanente. 1 comentario.

  1. Avatar de Andrés Fornells Andrés Fornells

    Después de leer este genial relato he sentido mayor simpatía por los ascensores de la que sentía antes.Muchas gracias, amigo Villa- Mabela.

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