Dentro de la Serie: Poesía Performance, me toca rememorar una de las exposiciones más apasionantes que he llevado a cabo. Me encanta la naturaleza, ya saben, las plantitas y todo eso. Bien, el lugar que muestra la fotografía que acompaña estas líneas, anda situado en la órbita oscura del urbanismo, es decir, no hay un punto limpio que se precie a cientos de kilómetros…..o más.  Y como por aquí el mayor asombro cultural lo representa el cartero, que sabe leer y escribir, la gente sigue siendo guarra, descuidada o despistada, ya saben, se llevan cosas al campo que luego, sin darse cuenta, abandonan. ¿Qué hacer? Pues manos a la obra y a reciclar todo lo que me encuentro para darle sentido plástico y estético. Un abrigo aquí, un impermeable allá y así a lo tonto materializo una obra de arte. Ya no hay basura desperdigada, ahora todo se ha transformado en un performance. Vamos, autocares y autocares desde las ciudades más brillantes y ociosas llegando para ver mi obra. Apunto el detallito de una lata «aparentemente» oxidada sirviendo de papelera promocional, me explico, no era para depositar marranadas, estaba indicada para dejar tarjetas de visita y donativos para pasear mi obra de arte por todos los puntos civilizados. La crítica no ahorro halagos. En cuanto vuelva a ponerla en escena prometo avisarles a todos con tiempo.

                                                                       Foto de Tuchy Regueras