FUMADERO CLANDESTINO
Conozco un local de mala reputación donde solo te dejan entrar si hueles a humo y llevas dos o tres paquetes de cigarros en los bolsillos. Ha sido clausurado sin motivos aparentes. Ahora, me he hecho socio de una asociación de tabaquistas “light”. No le veo mucho futuro, falta el radicalismo de la transgresión. Es decir, me sigo acercando a un descampado de las afueras de la ciudad, un fumadero clandestino, donde puedo echar todas las bocanadas tóxicas que quiera sin que nadie sodomice mi voluntad. Por cierto, tengo cita con el psicólogo, a ver si me explica el motivo de mi conducta, porque yo no fumo. Bueno, algún cigarrito, tal vez, un paquete o dos, poca cosa, hay que morirse sano para que tu cadáver tenga buena presencia.
Publicado el junio 8, 2016 en Artículos Propios y etiquetado en Fumadero clandestino, manuel villa-mabela. Guarda el enlace permanente. 2 comentarios.
Jajaja
La vida es dura. Abrazotes