PSICOLOGÍA VEGETARIANA
Este fin de semana estaba invitado a una comilona alternativa con toda suerte de exquisiteces y productos globales de los mejores huertos, cultivados tanto por chefs reconocidos como por colectivos anónimos de la tierra, todo ello, regado con los mejores caldos ecológicos y maridaje de fantasía en un auto-servicio vegetariano creado para semejante ocasión. La sorpresa estaba enfrente de la mesa, dado que teníamos ante nosotros un escaparate liderado por un cerdo sonriente y sonrosado vestido de domingo que custodiaba: costillas, filetes y otros venenos con alto grado de seducción. Se trataba de un experimento psicológico. La digestión nos la pasamos saboreando una deliciosa tisana mientras esperábamos turno para realizarnos una analítica y un scanner. Sin olvidar pasar por un gabinete de ética consumista. Los resultados los tenemos que pasar a recoger el próximo domingo, durante el transcurso de una cena homenaje al vegetariano del año.
Publicado el junio 9, 2017 en Artículos Propios y etiquetado en Gabinete de ética consumista, Psicología vegetariana, vegetariano del año. Guarda el enlace permanente. 7 comentarios.
Sabes, no sólo creo que es veneno sino ironía, muchos sitios que venden carne de 🐷, colocan a un cerdo contento con la idea de que se lo coman. Ni siquiera hay coherencia en eso 😵
Desde luego, el mundo el mundo de las carnes presenta muchos engaños y leyendas, pero bueno, como prácticamente todos los demás, para desgracia general. Feliz fin de semana. Saludos
No como cerdo — ¡Una boricual que no come cerdo!—, pero sí otras carnes y pescado. No puedo, no puedo, no puedo. Soy carnívora irremediablemente.
Y yo. Seguro que la responsabilidad es de mi genética. Yo solo soy una víctima gustosa. Abrazotes
Jajaja… ¿Qué le vamos a hacer?
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