Paseando por las calles de la ciudad vieja me encontré con un grupo de personas debatiendo sobre la aldaba de una vetusta puerta. Unos la señalaban de machista y otros de elemento original y artístico. Todos sabemos que los picaportes exteriores nos hablan del dueño de la casa o posada, es decir, detrás de aquella entrada moraba un presunto machista o un supuesto artista. La suerte estaba echada. No me pude sujetar y pedí a un amigo de confianza que agarrara con fuerza la aldaba y la hiciera repicar hasta conocer a los ocupantes de la sospechosa casa. Cual sería mi sorpresa cuando al abrirse la puerta…