Una nueva moda implantada en las redes está haciendo furor entre jovenes sin futuro. Es una fórmula vital que reúne aventura, riesgo, complicidad social y diversión radical

Está muy feo suicidarse y, además, no te dan los papeles para eternizarte en tierra municipal. Solo encuentras acomodo en tierra santa en nichos anónimos y perdidos en las junglas de los extrarradios. Y eso duele. No hay buena comunicación, te llenan los nichos de grafitis y las flores son de plástico no reciclable.

El procedimiento de acción es muy simple. Primero: se roba un «gps» de los que avisan de los radares camuflados. Es curioso,  los colegios concertados y privados tienen varios en sus alrededores, pero no suelen instalarse cercanos a los colegios públicos. Seguro que hay una buena explicación….o no.  Segundo: se toma prestado un coche de buena cilindrada. Si puede ser uno de esos que se utilizan en los alunizajes. Tercero: se elige el objetivo y el voluntario se viste de kamikaze místico para llevar a cabo su odisea urbana. El resto se presupone. Eso sí, hay que cuidar las fechas de actuación, no sea que el sacrificio pase inadvertido en la dictadura de la actualidad. No proceder si en esa misma fecha hay partido de champions, se canonizan papas, los bancos son de nuevo subvencionados, hay borrascas en el mediterráneo o hay elecciones o es principio de puente, por ejemplo. Hay que ser sencillo y elegir un día gris y desapercibido, un día cualquiera en la vida de mucha gente que no celebra en su vida otra cosa que la de haber cumplido un día más y seguir respirando a la espera de que se cumpla alguno de sus sueños. Para mí que son suicidios simbólicos porque los muertos en vida no pueden permitirse tales alegrías.

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