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ECOS DE LA MEMORIA
Los ecos de la memoria están siempre despiertos, sobre todo, cuando se recorren calles o rincones, que han tenido un significado en tu itinerario vital. Y es bueno visitar esas geografías urbanas porque desaparecen sin previo aviso. Así me ha sucedido a mí, que recién llegado a los madriles habían dos puntos importantes: La gata Flora y el Café Isadora, pero no aparecen en escena porque ya no existen. Menos mal que por lo menos me queda uno: el Café Manuela de Malasaña.