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LA NIEVE NO SIEMPRE RESULTA POÉTICA
Me gusta la nieve, me serena su blanco manto y tal, pero cuando no la has pedido y te la entregan a manos llenas como que su ajuar poético mengua en mis ansias vitales. De todas maneras, hay que ser positivo, te puedes meter en la «cantina» de cualquier estación de renfe e interactuar con toda suerte de parroquianos, dado que hay afluencia masiva de peregrinos que abandonan su vehículo en la carretera y se adentran al calor de un café o una copa de queroseno del bueno. Al final te das cuenta que nunca pasa nada, si, te cabreas un tanto, pero luego te encanta contar todas las vicisitudes sufridas con una sonrisa puesta que enriquece tu anecdotario viajero.