Desde luego, más vale esta aportación económica que ninguna. Todo suma. Cualquier transferencia entre capitales es positiva y crea mercado. No recuerdo muy bien en que punto geográfico religioso me encontré este limosnero de diseño, pero lo recupero y lo contemplo como si fuera novedad.  Quiero recordar que estaba ubicado en una zona bien (hablando en renta per cápita, claro) y sus destinatarios: los suburbios, es decir, el salvaje universo que contempla como dioses a los que llegan al salario mínimo. Tan solo una reflexión: ¿Hay suburbios en los paraísos fiscales?