BOTELLA DE RON

PREGUNTA EN EL ASCENSOR (VII):

HAY QUE LLAMAR AL SAMUR DE LOS CORAZONES ROTOS

Me sentí obligado a beber con él. Entró en el ascensor en la planta baja y se refugió al fondo. Se puso en cuclillas y empezó a beber mientras sollozaba. No dejaba de hacer ni lo uno ni lo otro. Claro, hay tantas desgracias. Sin pensarlo adopté la misma postura y le pedí prestada la botella de ron, un brugal añejo, que no entraba mal, aunque yo me he acostumbrado a beberlo con coca cola light. Es mejor para el colesterol. Hace años que no paso por un médico, traen muy mala suerte, pero tengo entendido que el colesterol es muy dañino para la felicidad del cuerpo. Le pregunté qué le pasaba y no me lo quiso contar. Le abracé y rompió a llorar como un descosido. Seguro que detrás de su conducta habia un mal de amores. Las mujeres son más fuertes y aguantan mejor el dolor, pero los hombres solo tenemos fuerza en la boca. También es posible que estén más acostumbradas a sufrir que nosotros. Llevan demasiados siglos como subalternas de nuestras conductas e indecisiones. Y los hombres, no nos engañemos, no sabemos jugar tanto con la imaginación, ni barajar con gracia nuestras vidas. La gente entraba y salía del ascensor sin darse cuenta de que alguien estaba padeciendo un alarmante colapso afectivo-emocional. ¡Qué pronto se acaban las botellas! ¡Maldita crisis! Parece ser que lo había dejado con la novia. Más que una novia parecía una santa irreal o una de esas mujeres que solo existen en los almanaques de los sueños. Me empezó a enumerar todas sus virtudes: buena gente, encantadora, inteligente y muy sabia, guapa, divertida, paciente…..¡Coño!- reflexioné ¿y cómo se te ocurre dejarlo con una mujer así si parece la portada de todos los deseos? Me miró y me contestó lacónico: » Tengo componentes tóxicos. Se estaba envenenado de mí». Asentí con la cabeza mientras simulaba entenderlo todo. Soy tan vanidoso como cualquiera. Cómo debía quererla para echarla ya de menos… porque según me confesó habían decidido zanjar el asunto ahora mismo, en el vestíbulo, al lado de los ascensores. Voy a llamar al Samur de los Corazones Rotos porque si esto es así ahora no envidio a este hombre cómo va a pasarlo esta noche.

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botella-anejo

Publicado el diciembre 19, 2013 en Textos Propios y etiquetado en , , , , , , . Guarda el enlace permanente. 2 comentarios.

  1. Me dejaste espiar al otro lado de la cortina, adonde están las emociones masculinas. Gracias

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