Archivos diarios: abril 8, 2018
NAVE NODRIZA
Nave Nodriza “Crisantemo X” solicita autorización para ocupar una de las órbitas de desembarco. Es una operación compleja y larga, contiene una flota de 100 Drones de Carga con distintos destinos que alcanzar en Tierra III. Probablemente, este será su último servicio de transporte a través del océano intergaláctico. Ya no será posible mantener sus prestaciones. El coste global de sus gastos supera las partidas presupuestarias. Su próximo programa le marcará un único objetivo: Buscar planetas que nos permitan seguir creciendo y desarrollando nuestras potencialidades. Comenzó su singladura en Tierra II, nuestro primer planeta de supervivencia, en el que tuvimos que protegernos para salir indemnes del cambio climático que se extendió por nuestro mundo original, la Tierra. La vida ya no era posible y apenas pudimos llevar con nosotros recuerdos, enseres y esperanzas. Nuestras raíces quedarían sepultadas en la Tierra igual que nuestros muertos. La Tierra se convirtió en el primer planeta cementerio en la historia de una raza inteligente.
Tierra II significó una existencia minimalista alejada de cualquier escena de confort. Seguíamos en nuestro sistema solar de acogida, pero todos nuestros esfuerzos estaban encaminados en buscar un hogar más entrañable y menos artificial que la luna de Júpiter rebautizada como Tierra II. Todavía no hemos superado el miedo a sentirnos solos en la inmensidad del universo. Necesitamos sentirnos ligados a un origen y nuestros muertos resultaron clave para seguir construyendo nuestra historia, apoyándonos siempre en una emotividad referencial. Nuestros muertos siempre han sido motivo de superación. Desde entonces, distintas Naves Nodrizas recogen de los Depósitos de Almacenamiento los cuerpos sin vida de nuestros compañeros de viaje para que los Drones de Carga los trasladen mediante las Naves Nodrizas a las sepulturas-cuna del planeta Tierra I.
Desde esos momentos esenciales han pasado muchos siglos, miles de años. Ahora que hemos reemplazado Tierra II por la lozanía de Tierra III, dentro del horizonte de otro sistema planetario. Nos vemos obligados a abandonar Tierra I como cuerpo celestial testimonial y debemos convertir Tierra II en el nuevo cementerio de nuestra raza. Tierra II ha cumplido ya sus fines para con la humanidad. Será un planeta-cementerio de última generación, continuación mejorada de su predecesor. Nuestras limitaciones y circunstancias hacen que convirtamos Tierra II en un auténtico planeta basura, sin emociones ni referencias, donde depositar todo aquello con lo que no podemos convivir o transportar.
Tierra III es nuestro hogar actual, nuestro nuevo contenedor sideral. Convivimos con una maldición genética que no nos permite deshacernos de ciertas tendencias de fábrica no convenientemente resueltas.
Nave Nodriza “Crisantemo X” solicita autorización para ocupar órbita de desembarco. La operación es autorizada y todos sus drones se ponen en camino hacia los cementerios artificiales-provisionales dispuestos para ser transportados hacia su destino definitivo. Somos creadores de cementerios perdidos por el cosmos. Somos enterradores hipotecados a un futuro incierto. En el universo se nos ha catalogado en más de una ocasión como los enterradores planetarios.
Nuestra población disminuye, nuestros muertos disminuyen y el universo se nos echa encima disfrazado bajo alucinaciones de abismos que escapan a nuestros conocimientos y defensas vitales. Por eso nuestros muertos han sido siempre tan importantes y su compañía resultaba imprescindible en nuestra navegación. Tierra III se muere, pronto será nuestro último cementerio sembrado en la inmensidad, tal vez el último. Estamos demasiado alejados de cualquier punto reconocible del mapa celeste. Y tenemos que emprender la búsqueda inmediata de Tierra IV. Nuestras convicciones deben cambiar y entregarse a nuevas posibilidades para no perder contacto con nuestros muertos. Debemos crear una nueva poesía de la muerte, convertir a parte de nuestros muertos en cometas cromáticos atados a nuestras naves o sembrar los espacios infinitos de la noche espacial de cuerpos sin vida cabalgando sobre los lomos de cualquier meteorito. No podemos abandonar a nuestros muertos en nuestro periplo vital.