CALLE FIESTERA
Un día de cada día esta calle sería discreta y nada pretenciosa, cumplidora de su papel urbano, pero cuando suenan los compases de fiesta patronal, la calle se convierte en un escaparate festivo, en un abanico de colores y sensaciones. Me gusta que la alegría asalte a la gente, pero me gustaría más no tener que vestir la calle de verbena para ser o perseguir la alegría. La felicidad tendría que ser uno de tantos amigos invisibles que pululan a diario por nuestro alrededor.
Publicado el julio 16, 2018 en Artículos Propios y etiquetado en Calle Fiestera, Felicidad íntima, Papel urbano. Guarda el enlace permanente. 4 comentarios.
Me encantó. He sentido lo mismo en algunos momentos.
Pienso que somos muchos los que pensamos parecido
Lo lindo de la felicidad es que es un estado pasajero…saludos.
Y encima tiene tantas versiones como personas hay, es pura magia. Feliz semana, saludos mil